Excursión a Lagos del
Monte Fuji y Bosque
de Aokigahara
EL MONTE FUJI
Es el pico más alto de Japón y el más bello: la montaña de todas las montañas. El monte Fuji está en el centro del archipiélago japonés, y si el día está claro se puede ver desde Tokio, que está a 130 km al este. Su perfil majestuoso puede contemplarse desde una distancia de más de 300 km, desde la cima del monte Myoho en la prefectura de Wakayama. Su altitud es de 3.776 metros sobre el nivel del mar, lo que le hace ser el número 29 en la lista de los volcanes más altos del mundo. Su diámetro abarca unos 38 km de norte a sur y 39 km de este a oeste, medidos desde el suelo. El cono es muy hermoso, casi perfecto, belleza que completan los lagos formados por las corrientes de lava, los ríos, los estanques y los pantanos alimentados por saltos de agua, y un bosque denso y antiguo que cubre la meseta de lava alrededor del pie. La zona es rica también en vida salvaje y vegetación.
El Fuji es un volcán activo, y de vez en cuando entra en erupción, arrojando lava y cenizas. Desde la antigüedad la gente lo ha considerado como sagrado, algunos incluso lo adoraron como a un dios. Estas creencias propiciaron que fuera aumentando el número de personas que subían a la montaña durante la época medieval; en el siglo XVIII se construyeron santuarios en su honor por todo el país.
Hoy en día suben a visitarlo unas 300.000 personas al año, cumpliendo su sueño de llegar hasta su cumbre al menos una vez en la vida. El monte Fuji continúa ocupando un lugar especial en el corazón de los japoneses.
La belleza natural del pico más alto de Japón atrae a innumerable gente a sus laderas. Pero el volcán también contiene el imponente poder de la naturaleza: podría entrar en erupción en cualquier momento. Entretanto, ofrece regalos de la naturaleza en forma de amplias cantidades de agua clara de manantiales situados en la parte baja de sus laderas, para el aprovechamiento de la naturaleza y de las ciudades y pueblos cercanos. Fuego y agua, dos caras de la misma montaña.